Todo empezó como una reunión común de lunes.
Café en mano, laptop abierta, 5 ejecutivos listos para discutir la expansión de su compañía hacia Sudamérica. Lo que nadie notó fue la presencia silenciosa del dispositivo en la repisa: un pequeño Echo Dot de Amazon que controlaba las luces del espacio.
—“Alexa, apaga las luces”— dijo alguien en tono de broma.
La asistente obedeció.
Nadie se preocupó.
Hasta que, tres días después, uno de los asistentes recibió publicidad en su cuenta de Amazon sobre fusiones empresariales, legislación internacional y escritorios de oficina de lujo.
Coincidencia. O no.
Los asistentes de voz inteligentes están diseñados para escuchar en todo momento. No necesariamente para grabar —al menos no según sus fabricantes—, pero sí para detectar comandos como “Oye Siri”, “Ok Google” o “Alexa”.
El problema es que:
Detectan palabras parecidas, lo que puede activar la grabación sin intención.
Almacenan datos de audio en la nube, en ocasiones por defecto.
Algunos usuarios comparten cuentas o dispositivos, lo que complica aún más la privacidad.
En entornos corporativos, esto es un riesgo real.
Aunque parezcan inofensivos o útiles, estos dispositivos pueden convertirse en un punto ciego dentro de la estrategia de seguridad empresarial.
Una palabra similar a “Alexa” puede activar la grabación sin que lo notes. Una vez activado, lo que se diga a continuación puede ser enviado a los servidores del fabricante para “mejorar el servicio”.
En muchas oficinas modernas, los dispositivos se instalan para automatizar luces, cortinas o música ambiental, sin pasar por revisión del equipo de TI.
Con el trabajo remoto, muchos profesionales tienen asistentes inteligentes en casa. Si se conectan al mismo Wi-Fi que sus dispositivos corporativos, pueden convertirse en vectores de ataque indirecto.
Conversaciones sobre presupuestos, fusiones, estrategias de producto o incluso despidos pueden ser inadvertidamente escuchadas y procesadas.
En 2024, una firma legal en Chicago reportó que parte de una conversación confidencial fue reproducida accidentalmente por un asistente de voz que había sido activado por un comando similar.
En otro caso, un empleado denunció que un dispositivo grabó una junta sin permiso y subió parte del audio a la nube personal asociada a su cuenta doméstica.
Estos casos no son frecuentes, pero cuando ocurren, el daño reputacional y legal puede ser significativo.
Sin caer en la paranoia, puedes aplicar estos consejos prácticos para reducir el riesgo:
Casi todos los dispositivos tienen botón físico para desactivarlo. Úsalo especialmente durante juntas clave.
Desactiva el almacenamiento de grabaciones, elimina el historial de voz, y asegúrate de que no se comparta contenido con terceros.
Siempre que se usen asistentes en oficinas, crea cuentas corporativas separadas o aplica segmentación de red.
Una historia como esta puede tener más impacto que mil manuales. Usa storytelling para generar awareness.
En 2025, las amenazas no siempre llegan con forma de virus o hackers encapuchados.
A veces, adoptan la forma de un simpático cilindro con luces azules y una voz amigable que solo quiere “ayudarte”.
👉 La pregunta no es si te van a espiar…
La pregunta es si te estás protegiendo de los que no deberían estar escuchando.
Ayúdanos a que más personas aprendan a protegerse en un mundo donde lo “inteligente” también puede ser vulnerable.
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